Griegos tiene un misterio Por eso, porque esa impresión se produjo en
mi alma cuando llegue a comprenderla, ya no he podido alejarme del entorno
pues su Naturaleza y sus gentes se han convertido en algo consustancial
de mi ser. Y el separarme de lo que ya es un elemento de la
propia vida supondría doloroso y desgarrador desprendimiento
traumático de una parte que ya es esencial en mí. Esta impresión grabada en el alma no disminuye
por el hábito de su contemplación y de su vivencia, sino
que se acrecienta y hasta tal punto mi alma se considera parte del paisaje
y participe de esta Naturaleza en que el estado de mi ánimo cuando
estoy en Griegos vibra con la Naturaleza en sus diferentes estados tanto
en la paz de los días y los atardeceres tranquilos o en las noches
serenas como en silencio que envuelve el ambiente cuando cae la nieve
cubriendo cumbres, campos y tejados, y en la vibrante agitación
de sus tormentas y tempestades. Hay lugares en la Tierra que producen de momento
una fuerte impresión pero ante los cuales el alma se siente ausente
y así los recuerdo, pero no los viví; ello no ocurre en
Griegos, el paisaje y el alma se funden en una común y apasionada
convivencia, lo que significa para el que hasta aquí llega adquirir
nuevos valores hasta entonces desconocidos y asimilar factores interiores
y experiencias que enriquecen la propia vida. Por ello el visitante
de Griegos no es turista ocasional que viene, contempla, admira y se
va, sino que al encontrarse enraizado desde el primer momento en el
paisaje, en el ambiente y entre la gente del pueblo, por ese misterioso
abrazo con que Griegos acoge al que llega, siente ansias de permanencia
y siempre retorna para encontrarse con lo que, como a mí me ha
sucedido, forma ya sin darse cuenta parte inseparable de su propia vida. El encanto mágico de Griegos es algo que está
fuera del alcance de psicólogos y sociólogos; es algo
que todos sentimos pero que nadie podría definir pues es una
impresión del alma, un anegarse de los sentidos, una inmersión
completa en un ambiente sin igual, un formar parte integrante y vital
de inefables sensaciones, una constante renovación de vivencias
que colman de paz y serenidad a nuestras vidas hasta formar, por el
ambiente que aquí se siente y en una indescriptible amalgama
espiritual, una misma sensación. Ese es el misterio de Griegos.
Por todo ello, las palabras que he citado al principio de estas líneas parecen escritas para Griegos pero yo completaría la frase diciendo: "No se apreciar la Naturaleza más que por la impresión que en mí produce y Griegos en su Naturaleza y en sus gentes ha dejado tal impresión y tal huella en mi alma que ya mi vida y mi ser forman parte de ellas y ellas forman parte de mi". Saturnino Lahoz Martinez |
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