HORNOS PARA FABRICAR HIERRO EN GRIEGOS  

 

 

José Luis Castán Esteban, profesor de Geografía e Historia en un Instituto de la provincia de Teruel, escribe un artículo titulado Los modos de vida tradicionales en la Sierra de Albarracín.

Explica el autor varios modos de vida, que no vienen al caso para este artículo, pero sí reproduzco lo que a nosotros nos interesa ahora.   

 

“La Herrería.

 

En la Sierra de Albarrracín hay abundantes minerales, sobre todo hierro, que fue explotado para la construcción de rejas, aperos de labranza e incluso armas. Se han documentado yacimientos en Albarracín, Bezas, Bronchales, Gea de Albarracín, Jabaloyas, Noguera, Orihuela del Tremedal, Tormón, Torres de Albarracín, Tramacastilla, Saldón y Valdecuenca, aunque los más importantes son los situados en la próxima localidad de Ojos Negros, explotados hasta hace pocos años. Para aprovechar el mineral era necesario construir molinos y hornos que proporcionaban la fuerza motriz necesaria para hacer funcionar las herrerías. Los más importantes estaban localizados en Gea, Torres de Albarracín, Orihuela y Val de San Pedro. Este último puede servirnos de modelo para los demás. El primer paso era producir carbón vegetal, para lo que se debía preparar una gran pira de troncos que lentamente eran consumidos por el fuego hasta convertirse en carbón.

Con este combustible y la ayuda de unos grandes fuelles de cuero y tabla los hornos conseguían la temperatura necesaria para fundir el mineral de hierro. La pasta resultante mezclada con arcilla, se pasaba al yunque para ser martillado. El mazo o martinete encargado de golpear el mineral hasta conseguir barras de hierro pulido, se movía por la fuerza del agua. Una presa o azud desviaba las aguas del río por un canal hasta un arca situada junto al edificio del horno. Allí una rueda hidráulica transmitía la fuerza del agua hasta el mazo. Finalmente los herreros eran los encargados de la última elaboración del producto. Las ventanas de las casas de Albarracín son un buen ejemplo de esta industria tradicional, arraigada en la Sierra hasta mediados del siglo XIX.”

 

Como podemos observar, el autor para nada nombra a Griegos en la fabricación de hierro. Y, sin embargo, cualquier mediano observador que pasee por nuestro término municipal podrá ver esparcidos por el suelo infinitos pedazos de escoria negra, señales que manifiestan la absoluta certeza de que en nuestro pueblo se fabricó mucho hierro; es más, yo mismo, como imagino que muchos otros, conozco las ruinas de dos hornos de hierro situados, uno en La  Hoya del Herrero y otro a unos cuatrocientos metros de la fuente de Las Balsas dirección norte en la ladera derecha del barranco hacia la Chaparrilla. En éste, y a escasos metros en terreno llano, se pueden ver entre el matorral varias paredes formando una especie de corrales que es donde depositarían el mineral de hierro, la leña y donde tendrían su refugio.

A mi parecer la industria funcionaría de la manera siguiente: Como en Griegos no hay río, pero siempre ha habido abundante leña, es de sentido común pensar que costaría menos esfuerzo llevar el mineral de hierro al sitio donde hay gran riqueza de combustible que llevar esa leña al yacimiento del mineral. ¿Por qué? Simplemente porque para fundir, por ejemplo, cien kilos de mineral, harían falta quizá más de diez mil kilos de leña. Por esta razón podemos fácilmente imaginarnos las reatas de mulos y burros cargados con serones llenos de mineral en dirección a nuestro término municipal desde cualquiera de los yacimientos de la Sierra citados por Castán.

Exceptuando la piedra caliza, la construcción y el trabajo en los hornos deberían ser muy parecidos a los de las caleras que en tantas ocasiones hemos visto trabajar a nuestros mayores.

Comparando los modernos Altos Hornos para la fabricación de arrabio o hierro dulce y los hornos tipo Bessemer para la obtención de acero (utilizados en la desaparecida fábrica de Sagunto) con aquellos rudimentarios hornos de Griegos, considero que los nuestros no tenían crisol y que sólo se fabricaba arrabio simplemente cargando el horno con la cantidad adecuada del mineral acarreado hasta allí y alimentado el fuego durante los días necesarios hasta la fusión del mineral.

Apagado el fuego, una posterior limpieza de las escorias dejaría limpia la masa o torta disforme de hierro dulce que se transportaría por una parte a las fundiciones para fabricar barandillas de balcones, rejas, etc. y por otra, a los hornos que cita Castán alimentados con carbón vegetal para que el arrabio absorbiera el suficiente carbono hasta convertirse en acero de gran dureza, que esa es la diferencia entre el hierro dulce y el acero.

Dada la naturaleza de este artículo, valga un recuerdo para los dos últimos herreros de Griegos señores Rufino Marqués y Vidal Soriano, que al tiempo, fabricaban herraduras y herraban a los animales entre otros muchos trabajos de martillo y yunque que el pueblo les requería.

 

José Juan Herranz Martínez

Abril 2011